lunes, 15 de diciembre de 2014

Amnesia.

Hola hola, Medusas..
Pues resulta que acabo de encontrar un relatillo incompleto que escribí allá en marzo o por esas fechas, el problema es que está incompleto.
Por ello, os quería animar a leer el relato y después, a completarlo, por que yo ya tengo la idea, pero me da demasiada flojera escribirla xD así que quiero ver qué se os ocurre a vosotros c:
Y sin más dila-ta-ción -del ano- aquí os lo dejo.

AMNESIA

Y entonces desperté. En un  hospital. Un  hospital  gris, donde se podía percibir el  olor de  las medicinas, el del café de  máquina , el del perfume anticuado de las enfermeras y el de la agonía de los pacientes. Me observé las manos mientras me  removía con  expresión incómoda e inquieta sobre aquel colchón endurecido y aquella almohada sin plumas. ¿Porqué estaba alli? No lo recordaba. Yo siempre había tenido una salud perfecta. pero, al verme enfundada en ese extraño camisón color menta sucio y de material indefinido semejante al plástico, una duda se acomodó en mi mente. Miré mis manos otra vez. Dedos temblorosos, marcas rojas, uñas cortas. En la muñeca, tenía una pulsera. Ponía: Gwendolyne Morgan 305. ¿Ese era mi nombre? Si era así, no lo recordaba. tampoco recordaba mi aspecto. Me levanté y miré a mi alrededor, en busca de un espejo, y lo encontré. No, no, yo no era esa chica que estaba reflejada en el cristal. ¿Ojos pardos? Pelo castaño y ondulado, corto? Me acerqué aún más. La nariz era pequeña y respingona, la tez algo pálida, y algunas pecas salpicadas por debajo de los ojos. ¿Qué había pasado? Se me había olvidado todo, por completo, Pero estaba segura que yo no era así. Pero entonces, ¿Cómo era? Mi mente no paraba de fabricar preguntas sin respuesta, no sabía qué hacer.
Me di la vuelta y apliqué todo mi ligero peso en la camilla. Me sobresalté cuando, de repente, una enfermera abrió la puerta delicadamente, acompañado de un chirrido que maltrató a mis oídos durante unos segundos.
-¿Morgan?-Preguntó, asombrada-¿Qué...?¿Estás bien?¿Cómo te sientes?¿Cómo te has levantado tú sola?¿Estás bien?-Repitió.
Yo no respondí, simplemente, mantuve la mirada fija en ella, sin soltar palabra. Me levanté de nuevo y avancé hacia la bajita enfermera de pelo rubio y exceso de maquillaje.
-No sé quien soy -Le dije, sinceramente.
Ella balbuceó unos sonidos incomprensibles. Ella tampoco sabía qué decir. Tras unos interminables segundos, murmuró:
-Tú eres Gwendolyn Morgan. Ingresaste aquí hace unas semanas por un ataque al corazón. ¿No recuerdas nada?
Su mal disimulado nerviosismo y mi indisposición a recordar momentos de mi supuesta vida pasada, empeoró las cosas.
-Espera aquí, cariño, ahora mismo vuelvo-Me tranquilizó con su melodioso timbre de voz que atravesó delicadamente mis oídos.
Yo asentí lentamente y volví a ocupar mi sitio en la camilla. No sabía ni qué día era. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Me estremecí y me cubrí las piernas delgadas y desnudas con la sábana blanca impregnada con olor a antibiótico.
Tras minutos de espera, Un doctor entró en la habitación, seguido por la enfermera de antes, cuyos ojos oscuros vibraban de emoción, tal vez.
El doctor se subió sus diminutas gafas que rodeaban sus diminutos ojos castaños de montura plateada por la gran montaña que tenía por nariz con ayuda del dedo índice.
Se acercó a mí mientras se pasaba una mano por el pelo canoso y corto.
-Buenos días, Gwendolyne-Dijo recalcando las sílabas de aquel nombre tan extraño-¿Cómo te encuentras?
-Bien- Murmuré-Supongo. No recuerdo nada.
-¿Nada de nada?
Yo negué con la cabeza.
-No me reconozco a mí misma. Sé que no era así de apariencia, pero tampoco me acuerdo de como era antes.
-¿Insinúas que has cambiado?
-No lo sé. Me acabo de enterar de que sufrí un ataque, y que gracias a Dios, estoy viva ahora.
El doctor miró a la enfermera, y volvió a posar su mirada en mí.
-Hija mía, lo único que se me ocurre ahora mismo que pueda sucederte es un caso de Amnesia.
Yo no estaba tan convencida de que fuese eso, pero no dije nada.
-¿Qué te parece si llamamos a tus padres?Estarán muy felices por saber que te has despertado. También necesitamos la aprobación de ellos para someterte a algún tratamiento contra...Esta enfermedad.
-¿Seguro que es eso?
-¿Eh?
-Amnesia. ¿Está usted seguro de que es eso lo que me sucede?
-No sé que otra cosa podría ser. Aguarda aquí, llamaré a tus padres.
Yo posé mi mirada en la bata inmaculada del doctor hasta que desapareció tras la puerta.
-Amnesia, ¿Eh?-Susurré.
Miré hacia el espejo de nuevo, pero desde allí no podía alcanzar a ver mi reflejo. Pero sí vi el de otra persona. O al menos, eso parecía. Reprimí un grito del susto que me había causado y me levanté, cautelosamente.
Era un contorno borroso, de forma humanoide, negro. Tenía una máscara blanca y de colores claros.
¿Sería mi imaginación?
-Hey, May.
El reflejo había hablado.
-May. Te estoy hablando a ti.
-A...¿Mí?
-Sí, tú eres May, ¿No te acuerdas?¿Tienes amnesia?
La puerta se abrió de nuevo, y con ello, el reflejo desapareció.
-¡¡¡Mi niña!!!¡¡¡Has despertado!!!
Una mujer se abalanzó sobre mi. Era de mediana estatura, unos cuarenta años, castaña de ojos y de pelo.
Yo, sin saber muy bien qué hacer, correspondí a su abrazo.
¿Sería aquella mi madre?
-¿Qué tal?¿Cómo te sientes?Papá no ha podido venir por que está en la oficina, pero menos mal, que yo estaba aquí...¡¡¡No me lo creo!!!¡¡¡Ya has despertado!!!
-Sí...eh...¿Mamá?
El mismo doctor de antes entró de nuevo y  apartó a esa mujer de mí.
-Su hija...Ha adquirido amnesia. Le ha quedado como secuela del ataque.
La cara de la señora se tornó de una palidez semejante a la tiza.
-¿Entonces...No me recuerda?
Yo sacudí la cabeza.
-Lo siento...-Dije.
-Por ello, solicitamos su permiso para realizar el tratamiento...
-¡¡¡Permiso adquirido!!!-Exclamó- ¡¡¡No voy a tolerar que mi hija no me recuerde!!!
Se acercó de nuevo a mí y me estampó un beso de cacao a la fresa en la frente.
-Adiós, mi niña. Sé buena, ya verás que pronto te recuperarás.
Yo sacudí la mano con ademán de despedida, algo cortada. El doctor me sonrió y desapareció tras ella por la puerta, pero antes, dijo:
-Mañana empezaremos el tratamiento. Descansa, Gwendolyne. Pronto lo recordarás todo.
Yo asentí con la cabeza y sonreí tímidamente. Ojalá recordase todo cuanto antes. No podía estar ahí quieta, sin hacer nada. Además, si había olvidado todo acerca de mi vida y de mi pasado, ¿Cómo es que sabía cómo hablar?¿O cómo andar?
Me acerqué al espejo de nuevo y posé las llemas de los dedos en el cristal. Noté una leve ondulación que me hizo sobresaltar, pero no retiré la mano.
-May -Susurró una voz cavernosa. De pronto, un remolino de color púrpura se formó a partir de mis dedos. Chillé, sorprendida, y no pude impedir que el torbellino me tragase por completo, agarrándose a mí con tentáculos inmateriales.
Me encontré en un espacio-tiempo no definido, todo color púrpura. El contorno de antes apareció frente a mí.
-Vaya, creí que te había perdido-Dijo.
-¿Tú quién eres?-Pregunté, horrorizada
-Soy el guardián de las almas, May, cariño, y tú te has escapado.
-¿Escapado de qué? Y deja de llamarme May. Soy...Soy...¿Gwendolyne?
-¿Segura? Tú misma dudas de que seas Gwedolyne. Yo sé muy bien que eres May. Y eso, que tu alma es una rebelde-El contorno pareció sonreír- Debería de ir hacia la muerte, pero...
-¿Qué?¿De la muerte?Esto...Esto lo estoy soñando...Debo...Debo irme, tengo que atender a un tratamiento y...
-Amnesia...No lo creo, May. Si deseas irte, ahí está la puerta.
El guardián de las almas señaló un punto fijo y se abrió un agujero que comunicaba aquella especie de tiempo muerto del mundo.
-Adiós-Dije yo, confusa. ¿Qué era todo esta historia?Seguro que era un sueño. Tenía Amnesia, y por ello no me recordaba, estaba segura ahora. Pero tras las palabras de aquel...Ser extraño...No, no, no. ¿Cómo podría creerle?Todo esto era un producto de mi imaginación, seguro...

Sí, como podréis observar, es una maldita paranoia. Es lo que hay.
xD
-Redshell.

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