Capítulo 5: La vidente del
futuro.
Aoi se acomodó en el suelo
de la sala, frente a nosotras.
-Estáis condenadas. Las
dos.
-¿Qué?-Balbuceé. Ella posó
su mano izquierda sobre mis labios, impidiéndome hablar.
-No me interrumpas. Ahora
hablo yo. Si dices una palabra, te mato.
-¡Ni te atrevas a
tocarla!- Exclamó Asahina, reprimiendo el dolor de su hombro.
La menor de la familia
Esuno la miró, desafiante. Después deslizó su mirada hacia mí.
-Todas las poseedoras
tenemos algo e n común. Todas, menos vosotras dos. Por eso todas están
determinadas a mataros primero a vosotras, y después irán a por las demás.
-Pero no te incluyes a ti
en esto-Observé yo. Aoi disparó su mano hacia mi mejilla, que quedó marcada con
un pequeño rasguño.
-Que te calles.
>> Como decía antes
de que me interrumpieras, todas tenemos algo en común. Y es que todas
estudiamos o hemos estudiado en éste instituto privado, exclusivamente para
mujeres. Salvo vosotras.
Éste instituto es una
especie de hermandad o secta, creada para proteger a la mujer contra el hombre
en todo momento.
Pero como siempre, hay
excepciones. Y en éste caso, hay muchas.
La mayoría de las chicas que
entran aquí no lo hacen por voluntad propia. Sus familias lo hacen por temor a
la vida exterior, a lo que les espera en su futuro.
Urara Hosho…Es una
pariente mía. Muy lejana. Recuerdo que cuando masacraron a mis padres y a mi
hermano, ella me cuidó.
Pero ahora, con el poder
que le había sido otorgado de ver el futuro realmente (Puesto que trabajaba de
vidente), el poder la cegó, y ya que
sabía que yo también tenía la capacidad de ver el futuro, intentó matarme.
Yo iba a decir algo, pero
callé inmediatamente al recordar la amenaza de Aoi Esuno.
-Puedes hablar-Dijo ella-
Creo que he terminado.
-¿Masacraron a tu familia?
Ella me miró fijamente. Se
levantó, con una sonrisa amarga esbozada en el rostro.
-Los torturaron hasta la
muerte, sí. A mi madre , a mi padre y a
mi hermano, de apenas cinco años. Todo delante de mí. He estado acumulando toda esta rabia, dolor e impotencia hasta
hoy. Por eso no te mataré, Kokoro Asahina. Todavía no. Quiero que sufras mucho.
Muchísimo. Y que después tengas una lenta muerte a manos de la que amas –Dijo,
con la mirada fija en Asahina. Cogió el cuchillo de cocina y le apuntó
amenazadoramente con él. –Eres la asesina de mi familia. Y te mataré, tarde o temprano. Tarde o temprano sentirás el agrio contacto del filo de éste cuchillo en tu piel.
Me levanté de golpe.
-¿¿¿A-Asahina??? ¿¿¿Es eso
cierto???
Ella me miró, completamente
avergonzada.
-Tú…No sabes
nada…-Susurró-¡TÚ NO SABES NADA, ESUNO!-Exclamó después, mientras se ponía en
pie.
Salió corriendo de la
sala.
Aoi se enjugó una diminuta
lágrima que había comenzado a correr por su mejilla.
-No llores –Intenté consolarla.
Ella me cruzó la cara con
la palma de su mano, una vez más.
-No estoy llorando. No
intentes consolarme. No me conoces. No te acerques a mí.
-Te debo un
agradecimiento. Por no matarme. Gracias.
Aoi desvió la mirada,
molesta.
-Puedes darle las gracias
a tu querida Asahina. No necesito tus agradecimientos y nada que sea tuyo.
>>Simplemente, te
perdono la vida. Eres un mosquito débil que no sabe defenderse.
-En eso tienes toda la razón-La
secundé yo
-Sólo te repetiré mi consejo:
Cuidado con Asahina. No es lo que parece.
-Lo sé. Igual que tú
tampoco eres lo que parece.
Se giró, con una mueca de
asco.
-Y en tu opinión, qué es
lo que parezco?-Preguntó.
-Pareces una chica que no
toma en cuenta los sentimientos ni a los demás. Pero en el fondo, eres muy
buena persona, lo sé.
-No juzgues sin conocer.
Si haces eso, te irá mal en la vida.
-No juzgo sin conocer. Sé
que no me he equivocado. Y te puedo prometer que no sufrirás más. Impediré que
Asahina te haga daño alguno.
Ella sonrió sin enseñar
los dientes.
-Eres muy inocente,
¿Sabes? Andas diciendo que vas a protegerme sin conocerme. No me conoces. No
des cosas por sentado. Y en vez de tener cuidado con que Asahina no me haga daño,
deberías de mantenerme a mí a raya.
-Os mantendré a las dos a
raya. Descuida.
-Descuido. Ahora vete.
-Una última cosa…
Aoi me miró, señal de que
estaba receptiva.
-¿Por qué no hay nadie en
el instituto? Es algo que me intriga.
La sexta poseedora no
respondió en seguida.
-¿Me creerías si te dijese
que están todas muertas?
-No. De la noche a la
mañana y sin haber repercutido en los medios de comunicación no. Es imposible.
Ella rió nerviosamente.
-Para protegerme, primero
tendrías que creerme, ¿No crees?
La miré inquisitivamente.
Pero ella no dijo nada
más. Tan sólo siguió riendo.
-Acompáñame. Te enseñaré
cuán idiota es el mundo.
-Redshell.
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