lunes, 25 de agosto de 2014

Está lloviendo

Son las cinco de la tarde. El viento esquiva las gotas de lluvia hasta llegar a ramificarse entre mis huesos.
Estoy sentada en un sofá, sepultada bajo las mantas en un pequeño apartamento a las afueras de París.
Después de explotarme los ojos con tinta roja de tantas pantallas y nada de internet, he decidido escribir esto. No sé por qué, simplemente me siento melancólica y tengo unas gotas de tiempo con las que puedo empapar la tablet, y este blog.

Tengo...tengo un gran embrollo en la cabeza y no sólo de idiomas y culturas.
¿Qué más era? Se me había olvidado.
Las palabras se escapan de mi mente y empañan aún mas mis ojos.
Y el tiempo se seca. Se seca como los charcos desparramados en la carretera que son pisoteados por aquellos coches carentes de paciencia.

Tu recuerdo y tu imagen empiezan a desaparecer en mi pobre memoria. No sé si lograré ir tras de ti para alcanzarte y encadenarte de nuevo a mi lado.
Qué egoísta por mi parte, lo siento, Pienso en ti como algo que me pertenece.
Y se me olvida que yo te pertenezco, pero nunca al revés. Nunca.

El pozo de mi esperanza se seca.
También lo hace  el del tiempo.

Redshell.

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